Día internacional de la Mujer
Pareciera que por el simple hecho de “ser mujer” la exigencia social en la que nacemos, crecemos y nos desarrollamos nos condena; nos condena cuando somos niñas, a jugar con “tazas y cazuelas”
–quizá como una premonición a lo que nos espera–
Nos condenan cuando somos jovencitas, exigiéndonos que seamos nosotras la que debamos cuidarnos de los varones para que no nos dañen; Nos condenan a no anhelar, para que callemos, para que no participemos porqué somos mujeres, nos condenan cuando se nos juzga si tenemos o no pareja, Nos condenan cuando decidimos tener o no hijos. ¿Por qué frente al mismo esfuerzo y trabajo ganamos menos?
A nivel internacional, querer abolir la condena, le costó la vida a Olympe de Gouges (1748-1793), el rechazo a Mary Wollstonecraft (1759-1797), y en México, la burla a Hermila Galindo Acosta (1886-1954), y a Elvia Carrillo Puerto (1878-1968), entre otras tantas mujeres, cuya lucha sigue haciendo eco en una historia inacabada.
En fin, podría llenar está página de condenas que muchas de ellas, no siendo propias, reflejan la historia de muchas mujeres que todos los días padecen la brecha de desigualdad, de género y de sueños.
Derechos e igualdad
En este día, no se trata de luchar por una felicitación, sino por la reivindicación. Es nuestro momento de combatir un sistema de creencias y dominaciones que ha perpetuado nuestra sociedad. Este es el momento exacto y preciso, para hablar de derechos e igualdad, no como discurso, sino como acciones concretas y puntuales.
No podemos seguir postergando el logro de la igualdad sustantiva. Esto, le corresponde a la sociedad en su conjunto.
Le corresponde al gobernante a pugnar por la paridad y la igualdad, por la perspectiva de género en la concepción, creación, desarrollo y evaluación de la política pública; al legislador, a partir de una concepción integral de la condición asimétrica de poder y su reforma desde la legislación, al impartidor de justicia, para que sentencie sin prejuicios, tomando como base la dignidad humana, al empresario, a garantizar condiciones y protocolos que eviten la violencia de género en todas sus expresiones y manifestaciones, a los padres y madres, a buscar constante y permanentemente la igualdad desde casa, por medio de una crianza respetuosa, el diálogo y el respeto.
Y a quiénes me leen, en la empatía, principalmente de mujer a mujer, por nuestras madres, por nuestras hermanas, por nuestras hijas, por nuestras amigas y conocidas, porqué simple y sencillamente el mejor antídoto contra la brecha es la sororidad.